miércoles, 2 de agosto de 2023

¿Que limita a un líder a ser un mejor líder?

Por: José M. Pujol H.
Todos tenemos límites. No todos somos conscientes de ellos. Muchos quieren superarlos mientras que otros realmente no.


Para los líderes, vencer sus límites es algo clave si quieren seguir avanzando al próximo nivel. Pero la verdad es que hay muchas personas en posiciones de autoridad que parecieran no querer mejorar sus habilidades de liderazgo.

Cuando un líder está en un cargo y su departamento parece no crecer, lo más seguro es que se deba a su falta de influencia sobre su equipo de trabajo. Si todo parece ir igual a cuando el líder llego al puesto es porque no se está creciendo.

El conformismo y el liderazgo no van de la mano. Los cambios son el sello de un líder que lo hacen un verdadero impulsor de nuevos retos que llevan a todos a crecer hasta su máximo potencial.

Pero ¿Qué limita a un líder a ser un mejor líder?

En este Post quiero tocar solo 3 Actitudes que hacen que una persona no avance en su liderazgo a pesar de tener todo a su favor.

1) ¡Actitud de Sabelotodo!

Todos sabemos algo y a todos nos falta algo por saber. Saber lo que sabemos y estar conscientes de lo que no sabemos es el primer paso para avanzar.

Muchas personas que llegan a puestos de autoridad en las organizaciones cometen el error de creer que lo saben todo y que sus colaboradores están un paso atrás de su conocimiento.

El hecho de que se ocupe la oficina principal no significa que se sepa más que los demás. Un buen líder es consciente de esto y buscará rodearse de las personas correctas que puedan suplir sus áreas de debilidad. Reconoce que no tiene por qué saber todas las respuestas para poder ser eficiente.

Los líderes limitan su capacidad de liderazgo cuando adoptan una actitud de sabelotodo privándose de la oportunidad de aprender de la experiencia y conocimientos de otros.

Por lo general son aquellos líderes que interrumpen a sus colaboradores cuando éstos quieren aportar una idea valiosa que puede hacer que la compañía mejore o dan a entender al equipo que ya sabían lo que debían hacer y que estaban “a punto” de mencionarlo.

George Crane dijo una vez: “Endurecer el pensamiento es el presagio del fracaso…asegúrese de estar siempre receptivo a nuevas ideas”. Ser sabelotodo no es más que una actitud basada en la inseguridad personal y creer que la otra persona no debería brillar más que el líder.

Un liderazgo efectivo se rodea de los mejores y busca desarrollar a sus colaboradores a su máximo nivel. Los buenos líderes saben que hacer esto no solo mejorará el desempeño de toda la organización sino que elevará su propio liderazgo.

Las palabras escritas en la lápida de Andrew Carnegie son muy sabias en este aspecto: “Aquí descansa un hombre quien supo cómo conseguir la colaboración de mejores hombres que él mismo”. Los buenos líderes son humildes y buscan aprender de todos independientemente de su cargo o posición dentro de la empresa.

2) ¡Actitud de Superioridad!

No haya nada más dañino para una empresa o departamento que un líder con actitud de superioridad. No solo demuestra un desequilibrio emocional sino que además perjudicará el ambiente de trabajo creando una competencia insana.

Creerse superior está basado en una falta de conocimiento de las propias capacidades. Es pensar que porque se ocupa el puesto de director ya se tiene el derecho de humillar a los demás o verse a sí mismo como mejor.

Puede que el líder diga abiertamente que él es uno más dentro de la compañía pero su actitud podría revelar lo contrario: No saludar al equipo al llegar a la empresa, cerrar la puerta para no ser interrumpido, no dejar terminar las frases de sus colaboradores cuando hablan, llegar tarde a la oficina y salir más temprano que el resto, son gestos que demuestran una sensación (tal vez oculta) de sentirse superior.

Nadie es superior a nadie. Como seres humanos todos somos iguales. Lo que sí cambia es nuestro nivel de experiencia, de conocimientos, de experticia, de habilidades. Pero si esto no se traduce en beneficios para los demás no sirve de nada.

George Bush dijo una vez: “Usa el poder para ayudar a la gente. Porque se nos ha otorgado poder, no para avanzar en nuestros propios propósitos, ni para mostrarnos ante el mundo o tener un nombre. Solo existe un propósito para el poder, y es servir a la gente”.

Nada más incómodo que una persona pedante y si es tu líder peor. Los buenos líderes saben que no hace falta sentirse superior para ser el mejor. Ellos con una autoridad basada en el servicio logran engranar todas las funciones del equipo, colocando a cada uno según sus dones y talentos y haciendo del trabajo algo fluido.

La actitud de superioridad es una berrera altísima para un líder que quiera avanzar en su liderazgo. Será un límite que invisiblemente lo mantendrá aislado.

Los buenos líderes son aquellos que tienen un sano concepto de sí mismos y de los demás, sabiendo que todos cumplen una función vital para el excelente desempeño de la organización.

3) ¡Actitud de Importante!

Un cargo no nos hace líderes. Nuestro servicio es lo que amplia o contrae nuestro liderazgo a nuevos niveles.

Puedes encontrar a personas en posiciones de autoridad pero que su influencia sigue siendo la misma a pesar de los años. Por el contrario, también encuentras a personas que sin tener una posición son altamente influyentes.

El hacerse el importante por ser el “jefe” no hará que los colaboradores trabajen más o mejor. Puede ser que aparenten ser eficientes pero lo estarán haciendo desde sus habilidades y no desde su corazón.

John C. Maxwell dice muy acertadamente: “Los líderes sobresalientes apelan al corazón de sus seguidores, no a sus mentes” y también aclara: “Los líderes tocan el corazón de la gente antes que pedir una mano”.

No se es importante por el cargo que se ocupa sino por el efecto que su liderazgo tiene en las personas. Cuando un colaborador nota que su líder inmediato le apoya, lo anima a ser mejor cada día y está pendiente de su crecimiento, ese líder será de suma importancia para el colaborador.

Pero un líder distante, que dice con palabras que tiene una filosofía de puertas abiertas pero sus actitudes demuestran lo contrario, seguramente no será percibido como alguien importante para el equipo. No se trata de si me creo importante sino de que si realmente soy importante para alguien.

Una actitud de importante limitará a un líder para acercarse a su gente y poder servirles con eficiencia, por lo que cada vez lo mantendrá al margen de sus seguidores y su liderazgo no tendrá impacto en la organización.

Ser líder no es fácil pero tener las actitudes incorrectas le hará dar varios pasos hacia atrás limitando severamente su liderazgo. A nadie le gusta una persona que se crea un sabelotodo, superior y la más importante en el salón.

Por el contrario, una persona con una actitud de aprendiz, que no filtra el mensaje por el mensajero que lo envía sino que honestamente busca aprender, que además, no se muestra superior sino que valora y aprecia el aporte de cada uno y que a su vez, es humilde para reconocer que todos son importantes estará más cerca del éxito que cualquier otro.

Sé el líder que debes ser y empieza con las actitudes correctas para liderar. El esfuerzo se verá en los resultados!