miércoles, 7 de febrero de 2024

Exige la Perfección


 La aportación de este blog fue una recopilación hecha por Fabián Pérez, candidato activo del programa Liderazgo Supera.


“Quiero que sea tan hermoso como sea, aunque nadie vaya a verlo”



Durante el desarrollo de casi todos los productos que llegó a crear, había un momento en el que Jobs “pulsaba el botón de pausa” y regresaba a la mesa de diseño porque sentía que el resultado no era perfecto. Cuando estaba a punto de lanzar las tiendas Apple, Jobs y su gurú en aquel proyecto, Ron Johnson, decidieron que había que retrasarlo unos meses para que la disposición de las tiendas pudiera reestructurarse en torno a las actividades y no solamente en torno a las categorías de los productos. 
Lo mismo ocurrió con el iPhone. En el diseño inicial, la pantalla de cristal estaba insertada en un soporte de aluminio. Un lunes por la mañana, Jobs fue a ver al encargado del diseño del iPhone, Jonathan Ive. 
“No he podido dormir en toda la noche- dijo Jobs- me he dado cuenta de que no me gusta.” Ive, para su propio desconsuelo, se dio cuenta al instante que Jobs tenía razón, todo el aparato se veía masculino, pragmático y eficaz. “Chicos, sé que los he estado matando con este diseño durante los últimos nueve meses, pero vamos a modificarlo- anunció Jobs al equipo de Ive- Todos vamos a tener que trabajar por las noches y durante los fines de semana, y, si quieren, podemos repartir unas pistolas para que puedan parar su sufrimiento.” 
En lugar de oponerse, el equipo estuvo de acuerdo. “Aquel fue uno de los momentos en que más orgulloso me sentí en Apple”, recordaba Jobs.
Algo similar ocurrió cuando Jobs e Ive estaban terminando el iPad. Hubo un momento en el que Steve vio el modelo y se sintió insatisfecho. No le parecía lo bastante informal y agradable. Decidieron curvear las aristas y recurrieron a los ingenieros para reubicar los puertos de conexión. Jobs retrasó el lanzamiento hasta que pudieran hacer esos cambios.
El perfeccionismo de Jobs afectaba incluso en las partes que no se veían. Cuando era pequeño, ayudó a su padre a construir una valla alrededor del patio trasero, y éste le dijo que había que poner el mismo cuidado en la parte trasera que en la frontal.
“Pero si nadie se va a enterar” afirmó Steve. Su padre le respondió: ”Pero tú sí que lo sabrás. Un verdadero artesano utiliza una buena pieza de madera incluso para la parte posterior de un armario que va a ir contra la pared.”
El sello del artista era precisamente la pasión por la perfección. Cuando supervisaba el Apple II y el Macintosh, Jobs aplicó esta lección en el interior de la máquina. En ambos dispositivos hizo que los ingenieros alinearan perfectamente los chips para que la placa tuviera buen aspecto. Esto extrañó a los ingenieros, ya que Jobs había dicho que estarían totalmente sellados. “Nadie va a ver la placa del ordenador”, protestó uno.
“Quiero que sea tan hermoso como sea posible, aunque nadie vaya a verlo. Son artistas, compórtense como tal.”
Jobs hizo que cada uno de los miembros del equipo del Macintosh firmaran con su nombre y quedara grabado en el interior de la cubierta.


Isaacson, W. (2012). Exige la Perfección. En: W. Isaacson, ed., Steve Jobs: Lecciones de Liderazgo, 4ta ed. Penguin Random House Grupo Editorial, pp. 69-72.



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