jueves, 26 de diciembre de 2024

La humildad en el liderazgo es necesaria


Por: Diego Larrea Buchi 
 La mayoría de nosotros asociamos la palabra “líder” con personalidades y estereotipos tales como carisma, dinamismo, motivación y fortaleza. No hay nada de malo en estas definiciones, aunque son incompletas.
Entre la interconexión tecnológica y la presión social, el mundo ha cambiado mucho más rápido de lo que nosotros hemos sido capaces de adaptarnos. Se ha vuelto profunda e irreversiblemente interdependiente. Para adaptarnos de forma apropiada debemos reconsiderar cómo pensamos sobre los líderes y el liderazgo: a qué atribuimos su existencia, su éxito, su capacidad, habilidades, etc.
En nuestros días hay una característica menos obvia, que se muestra con menor visibilidad, pero que está creciendo en importancia y se comienza a mostrar como uno de los factores de éxito o reconocimiento: HUMILDAD.
Como la cáscara es a la manzana, la confianza lo es a la humildad. ¿Y por qué afirmo esto? Porque la confianza es una cualidad que facilita la conducta de colaboración, y deja al margen la imperiosa necesidad del egoísmo.
Uno de los rasgos del carácter humano es el de ser sociable, de tal manera que la confianza en los demás (en quienes trabajan con nosotros, en la empresa y en la sociedad) nos empuja al liderazgo de manera poderosa, porque nos orienta hacia el sentido de la colaboración más que al de la competencia, por mucho que se haya privilegiado a esta última en la sociedad contemporánea.

El hacer empresa requiere confianza. Sin confianza no se sabrá hacer «empresa», sino sólo negocios. La confianza entraña la actitud y las señales de que nadie quiere ser más que otro. Sólo es confiable, verdaderamente confiable, el hombre humilde. El hombre humilde no busca el dominio sobre sus semejantes, sino que aprende a darles valor por encima de sí mismo. En la forma en que típicamente utilizamos la palabra “humildad” tiende a sugerir pasividad o sometimiento a la voluntad del resto y que suelen ser sobrepasados o pisoteados. Nada más alejado de estas creencias. La humildad no es una debilidad; por el contrario, es la base de un gran liderazgo.